Tierras Altas Mayas

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    Las Tierras Altas Mayas se localizan mayormente en el territorio de Guatemala y Chiapas, como parte de los sistemas montañosos de la Sierra de los Cuchumatanes y la Sierra Madre, que se elevan hasta los 3,800 m sobre el nivel del mar.

    El paisaje quebrado de la zona contiene valles fértiles que han sido usados ininterrumpidamente para la agricultura, y los cerros fueron aprovechados para asentamientos con fines defensivos.

    La presencia de muchos nacimientos, arroyos, ríos y lagos proporcionaron buen acceso al agua. En cuanto a la vegetación, predominan los bosques de coníferas, donde predominan distintas especies de pinos y cipreses.

    En las Verapaces y en Chiapas hay porciones más húmedas donde hay grandes extensiones bosque nuboso, y en las zonas más altas de Huehuetenango se encuentran plantas propias de Tundra.

    En las zonas más secas se encuentran bosques bajos con especies de matorrales espinosos y cactáceas. Dentro del contexto paisajístico, la presencia de innumerables cerros en las Tierras Altas es importante para interpretar el desarrollo arquitectónico de las antiguas ciudades de esta zona, ya que esos rasgos geográficos fueron el foco central de ceremonias religiosas y por lo tanto no fue imperante la necesidad de construir templos de gran tamaño, como sucedió en las Tierras Bajas, donde el paisaje carece de montañas.

    En cuanto a recursos, las Tierras Altas fueron las más ricas en depósitos minerales, por lo que se explotaron depósitos ubicados en cuencas de ríos, barrancos, afloramientos volcánicos y otros tipos de formaciones geológicas.

    Entre estas áreas destaca el Valle del Río Motagua, donde se encuentran los únicos depósitos de jade en todo el continente americano. Es por ello que muchos sitios compitieron por el control de esta importante ruta de comercio.